Javier Abreu declara en la instrucción contra Santiago Pérez por obstrucción a la Justicia, y asegura que conserva las amenazas telefónicas de éste grabadas en un pendrive, guardado en algún lado, y que aportará en cuando lo encuentre.
El pasado cinco de noviembre, Javier Abreu fue llamado a declarar como imputado en el caso Reparos. Teniente de alcalde de La Laguna en el momento de los hechos, un hombre del PSOE de toda la vida, fue denunciado por su antiguo mentor, Santiago Pérez, incluyéndolo entre los denunciados por haber levantado tres reparos de la intervención, siendo alcalde accidental, durante los años en los que Fernando Clavijo era alcalde. En realidad, en su comparecencia aquél día, sólo fue interrogado por la fiscal María Farnés sobre el levantamiento de un reparo concreto, el relativo a la continuidad de la prestación del servicio de actividades extraescolares mientras se continuaba el trámite del expediente de contratación. Abreu explicó entonces que su intención fue evitar que los escolares de La Laguna se quedaran sin sus complementos educativos por un tiempo indeterminado, y que –incluso sabiendo que le iban a acusar-, lo habría hecho. Fue la suya del 5 de noviembre la declaración de un hombre sorprendido por el hecho de que su antiguo amigo y compañero Santiago Pérez lo incluyera en la denuncia del caso Reparos, pero sobre todo enfadado por encontrarse investigado por haber hecho algo que él consideraba correcto e importante: evitar que 1.400 niños fueran privados del derecho a realizar actividades extraescolares. Es cierto que la intervención había reparado la continuidad de la prestación del servicio, cuya renovación se encontraba retrasada por colapso de los servicios de contratación, pero el área de Bienestar Social y Calidad de Vida del Ayuntamiento había informado favorablemente, considerando esos servicios como ‘esenciales’.
Pero la declaración de Abreu de aquél día no es recordada por su defensa del compromiso municipal en la atención de los escolares laguneros. A lo largo de casi una hora de muy entretenida declaración, plagada de sorprendentes revelaciones y giros narrativos, que domina como nadie, Abreu dijo bajo juramento que Pérez, “que dice que me quiere como a un hijo, pero me trae a los tribunales”, le había amenazado con recados recordándole que era mejor para él “portarse bien” en el juicio, porque la estrella del proceso no era él, sino Clavijo, y que la abogada de Pérez le ofreció “sacarlo de la denuncia” preparándole incluso el escrito necesario. Y más allá de estas acusaciones sobre supuestas amenazas y ofertas de Pérez, Abreu explicó también que el ‘caso Reparos’ no es otra cosa que una conspiración montada por Santiago Pérez para rematar la operación de destrucción política de Fernando Clavijo iniciada con el ‘caso Grúas’. Para añadir mordiente a aquél testimonio, Abreu dio bastantes detalles de esa supuesta conspiración, centrándose en el papel del interventor con el que –según dijo- Pérez se reunía dos veces en semana durante la etapa en la que ocurrieron los hechos, cuando estaba en la oposición. Después de eso, a la fiscal jefe provincial no le quedó más remedio que proponer la apertura de diligencias contra Santiago Pérez, por un posible delito contra la administración de Justicia.
Abreu volvió a declarar de nuevo ante el juez Pamparacuatro, la mañana del martes, ahora en calidad de testigo en la causa abierta contra Pérez. Sorprendentemente, ni la defensa de Pérez ni la fiscal provincial ni ningún representante de la Fiscalía –que fue quien solicitó la apertura de diligencias contra Pérez- asistieron a la nueva declaración de Abreu. La sorpresa en la sala ante esa inasistencia fue mayúscula…
En esta ocasión, Abreu no fue hablar de los supuestos delitos que se investigan por levantamiento de reparos –el juez fue muy claro al explicar que Abreu no debía referirse a ellos, al tratarse en una causa distinta- sino a las amenazas denuncias por Abreu. El ex teniente de alcalde fue contundente: contó que en la tarde del 2 de julio recibió varias llamas telefónicas encadenadas, primero de dos periodistas -Lucas Fernández, propietario del Diario de Avisos, y Carlos Sosa, dueño de Canarias Ahora, dos medios muy críticos con Fernando Clavijo- interesándose en su declaración por el ‘caso Reparos’, que en aquél momento se consideraba inminente. Ambos le habrían recomendado avenirse con Santiago Pérez, o al menos hablar con él, aunque a esas recomendaciones el juez no pareció darles importancia alguna. Sí al hecho de que más tarde, según contó Abreu, recibió en su domicilio lagunero, y a través del teléfono fijo, la llamada de Sandra Rodríguez –la abogada de Pérez-, asegurándole que la presentación de la denuncia no tenía que ver con él, que su nombre ni siquiera se había reflejado en ella, y ofreciéndose a prepararle su defensa de la acusación de Pérez. Por último, y en dos ocasiones, recibió llamadas de éste pidiéndole que cuidara su declaración para evitar problemas, y recordándole también que el objetivo del caso era Fernando Clavijo y no él. Abreu aseguró tener en su poder los extractos de su compañía telefónica que demuestran la veracidad de las llamadas, y preguntado por el juez si había grabado las conversaciones, reconoció que sí, que las conservaba en un pendrive, pero que no lo había podido traer, porque lo tenía traspapelado entre otros varios que usaba para bajar música y películas y no sabía dónde lo había dejado, pero que lo aportaría en cuanto lo encontrara. Lo cierto es que tampoco pudo aportar los extractos, porque la funcionaria competente para recibirlos y custodiarlos no estaba disponible y el juez le pidió que esperara a ser citado para entregarlos. El juez le dijo también que cuando entregara los extractos, sólo debían verificarse las llamadas realizadas por Pérez y su abogada, no las de los dos periodistas.
Preguntado por el juez sobre si había tenido miedo por esas llamadas advirtiéndole de que no creara problemas, Abreu fue contundente: “miedo no, pánico”, dijo. Y justificó su pánico en la capacidad de Pérez para moverse en los tribunales, citando la intervención de don Santiago y gente cercana a él -su abogada, la magistrada Vicky Rosell, compañera de Carlos Sosa, o el ex ministro de Justicia López Aguilar, compañero de la abogada de Pérez- en casos como el de Las Teresitas, el ‘caso Grúas’, o el ‘caso Alba’… Abreu comentó que había estado presente en reuniones y conversaciones en las que había podido constatar “cómo se las gastan”.
Abreu estuvo contestando preguntas del juez durante una hora. Preguntado al salir de ofrecer su testimonio, dijo haberse sentido tratado con respeto y mostró su confianza en que el juez le había creído: “Su señoría me ha pedido las pruebas y yo, encantado de la vida, se las voy a entregar porque lo que quiero es que se sepa la verdad, que es la que yo he contado”, le dijo al periodista Pedro Murillo, de Radio Club Tenerife. Y añadió: “Nunca pensé que Santiago Pérez podía hacerme tanto daño y él sabe que yo he contado la verdad”. De vuelta a su casa, se tumbó un rato a descansar y se quedó dormido. Pero no pudo dormir mucho tiempo, el teléfono no paró de sonarle en todo el día. Por la tarde le llamó un colega de los viejos tiempos, cuando él era el mandamás del PSOE lagunero y su estrella parecía imposible de apagar. Su amigo le felicitó por la declaración, que ya circulaba de boca en boca por los mentideros de La Laguna. Él le respondió que se sentía triste y afectado: “Santiago (Pérez) me ha hecho muchísimo daño”, le dijo. “Me cuesta entender que me haya hecho algo así a mí, por dañar a Clavijo, sabiendo que yo actué de buena fe al levantar el reparo de lo de los pibes.” Y hablando despacio, con amargura, añadió: “Puedo entender que estas cosas ocurran en política, pero no que se lleven al extremo de destruir a la gente… lo único que le pedí es que dijera públicamente que sabe que yo jamás metí la mano en la lata del gofio. Y si hay alguien que sabe eso es él. Pero no lo ha hecho. Y eso no se lo perdonaré nunca.”