Como tantos otros escritores surgidos de las filas del periodismo, Twain –que fue copropietario del Buffalo Express además de redactor, corresponsal, articulista y editor en otros periódicos- fue bastante crítico con la profesión, aunque siempre desde una perspectiva más humorística que desencantada. Fue periodista de viajes durante toda su vida, incluso cuando el éxito le convirtió en un reconocido y aclamado escritor y orador. El hombre que nació y murió coincidiendo con dos visitas del cometa Halley a la tierra, y que predijo la fecha de su muerte, con 74 años, era un consumado humorista, dueño de un verbo ingenioso y una escritura que atraían por igual. Conoció el éxito gracias a la publicación de un relato de humor titulado La célebre rana saltarina del condado de Calaveras (1865), publicado en la prensa, y que le convirtió en una celebridad nacional. Viajero empedernido, se especializó en la crónica de viajes, muy bien recibida en la época y aprovechó sus crónicas para publicar libros sobre viajes y dar conferencias que le hicieron muy popular y le ayudaron a convertirse en uno de los grandes personajes americanos del XIX. Su trabajo como corresponsal de viajes dio comienzo cuando The Sacramento Union le encargó escribir una serie de cartas sobre sus viajes a las islas Sándwich (el Haway actual). Tras el éxito de esas cartas, escritas en tono humorístico, el diario Alta California, le nombró corresponsal y le financió un viaje de San Francisco a Nueva York pasando por el Canal de Panamá. En 1987 embarcó para un crucero de casi seis meses por Europa y Tierra Santa, que daría origen a su primer libro de viajes, Los inocentes en el extranjero, al que seguirían Pasando fatigas, sobre sus experiencias en Nevada y el Oeste norteamericano, y más tarde Viejos tiempos en el Misisipi, publicado inicialmente por entregas en Atlantic Monthly y Vida en el Misisipi.
Tras su matrimonio con Livya, hermana de su amigo Charles Landong, ambos miembros de una familia acaudalada y liberal, Twain comenzó a relacionarse con abolicionistas, socialistas, sufragistas y agnósticos, y frecuento los ambientes del socialismo de la época, aunque sus nuevas ideas –cercanos a un humanismo socialista- no le impidieron nunca mantener relación con presidentes estadounidenses, grandes financieros o miembros de la realeza europea. Así, entre sus mejores amigos se contaban el escritor y socialista utópico William Dean Howells o el financiero y directivo de la Standar Oil, Henry H. Rogers, que le ayudo a superar la bancarrota de su empresa editora, en la que había publicado algunos éxitos importantes, como su Huckleberry Finn o las memorias del presidente estadounidense Ulises Grant.También frecuento a notables científicos como Tomas Alva Edison, o Nicola Tesla, con quien trabó una gran amistad.
Mark Twain [Florida, Misuri, 1835 – Redding, Connecticut, 1910], seudónimo literario de Samuel Langhorne Clemens, fue un escritor y conferenciante estadounidense, considerado por Faulkner “el padre de la literatura norteamericana”, que escribió obras de extraordinario éxito y reconocimiento popular, como El príncipe y el mendigo, Un yanqui en la corte del Rey Arturo, o las archiconocidas Aventuras de Tom Sawyer y su secuela Aventuras de Huckleberry Finn, que se desarrollan en la localidad de Hannibal, en Misuri, donde el joven Twain se crio. De joven trabajó como aprendiz y cajista de imprenta y escribió artículos en el periódico de su hermano Orion, donde descubrió una vocación que le acompañaría toda su vida.