Impuestos: donde dije digo…

Me gusta la idea, aunque el nombre apesta: “impuesto de solidaridad a las grandes fortunas”. Lo correcto sería aplicar al nombre un oxímoron:  “solidaridad obligatoria”… pero la idea es que los ricos con más de tres millones de patrimonio y los que cobren más de 200.000 euros al año se rasquen el bolsillo, y bajar la presión fiscal a los que menos tienen. Y si de eso se trata, aplausos. Aunque habrá que esperar a la letra menuda para comprobar si esto va en serio o es otra coña marinera… 

Lo digo porque la ministra de Hacienda, la señora Montero, se sacó ayer mañana de la manga la última carta marcada del Gobierno Sánchez: acometen una bajada de impuestos que -dicen- beneficiará  a más de la mitad de los que pagan IRPF, un  un asombroso paquete fiscal, en el que aplicando a los que ingresan más subidas de uno o dos puntos, lograrán recaudar una pasta gansa. Condicional: si es así, si esto no es otro de esos brindis al sol con los que el Gobierno nos tiene entretenidos, me quito el gorro: reducir el impuesto de las renta a la mitad de los contribuyentes, a la mitad que menos ingresa, subírselo a los que más ganan y meterse 3.144 millones de euros en la buchaca en los dos próximos años… parece algo imposible: ni Houdini sería capaz de montarse un truco de este calibre. 

Después de marear la perdiz con una negativa general a bajar impuestos, el Gobierno claudica ante la rebelión fiscal de las Autonomías, aparentemente sin claudicar: la ministra ha dedicado una buena parte de su comparecencia a jurar que esto no es  la deflactación propuesta por el PP, esa que beneficia también a los más ricos, a los que este plan castiga. 

“Esto no es una rebaja generalizada», alardea la ministra, aunque lo que sí es es una rebaja que alcanza a más de la mitad de los trabajadores que declaran. También se incorporará  a los presupuestos una ampliación de la reducción por rendimientos del trabajo, que pasa de aplicarse a las declaraciones de menos de 18.000 euros, a las de menos de 21.000 euros, que viene a ser el salario tipo en España. Se trata de ampliar el número de beneficiarios, y también el propio beneficio, y la reducción permitirá que un trabajador que cobra 18.000 euros, se ahorre en pago del IRPF 750, que no es moco de pavo… y el mínimo exento de tributar sube de 14.000 a 15.000 euros, evitando así que la subida del salario mínimo interprofesional provoque que trabajadores con el mínimo paguen el impuesto. 

A esas acciones, las más vistosas, se suman otras de carácter más decorativo que afectan (bastante menos) a autónomos, a pequeñas empresas, etcétera. Y en patrimonio, se logra la cuadratura del circulo: las autonomías podrán aplicar el criterio que consideren conveniente, hacer con su propia capa un sayo, quizá para evitar el cisma en el PSOE que ayer sumaba a la lista de copiones del PP también a los socialistas extremeños. 

En fin, que este plan fiscal se parece bastante a una operación de imagen para calentar el debate antes de las municipales y autonómicas, primer gran reto al que se enfrenta el Gobierno Sánchez. 

Falta saber que harán ahora los gobiernos que más se han resistido a rebajas fiscales, como el de Canarias, absolutamente opuesto a reducir impuestos, para evitar que los servicios públicos pierdan financiación, según no ha parado de cacarear Román Rodríguez. Y falta tambien saber que diablos se inventará ahora la Hacienda Canaria para no quedar cono la única instancia que se opuso a aliviar la presión de los contribuyentes. Supongo que al que más sabe ahí dentro, el laborioso y leal Fermin Delgado, ya tiene preparada la oferta que se le escapaba hace unos días, cuando por primera vez dejó a su jefe un poco en cueros. 

Ahora lo que toca es aquello de explicar que “donde dije digo ahora digo Diego”. Si lo ha sabido hacer la ministra, y hasta los de Podemos cuentan que les ha copiado el plan, seguro que también lo hacen los de aquí. 

Y algo que nadie dice: hay que medir el impacto de todo esto en la inflación. Poner más dinero a circular no ayuda mucho a contenerla. Y el dinero se mueve mucho más rápido en manos privadas que en las públicas. 

No digo que reducir impuestos este mal. Todo lo contrario. Pero a las cifras de la ministra hay que ponerles un pero: nadie habla del impacto que estas rebajas no generales, puedan llegar a tener en el aumento del coste de la vida… y van a tenerlo.