Al secretario general del PSOE canario opta por suspender la convocatoria de la Ejecutiva que había de elegir al candidato socialista al Senado.
Las cosas empezaron a complicarse en la reunión del sábado, en el encuentro de Ángel Víctor Torres con los secretarios insulares del partido. Fue allí donde Pedro Martín dejó claro ante todo el mundo que tenía el compromiso de Torres para apoyar la candidatura de Santiago Pérez al Senado: “Yo no me lanzó a esto si tú no lo autorizas antes”, dijo, y eso fue lo que abrió la caja de los truenos. Porque la intervención de Martín descubrió que Torres había estado jugando a dos bandas todo ese tiempo. A los de Tenerife les habías estado diciendo que él y todos los suyos (un total de nueve votos de leales cerrados al secretario general, descontando al senador Ramón Morales, que estaba en Madrid y no podía asistir a la ejecutiva extraordinaria) respaldarían la decisión de Tenerife de apoyar a Pérez. Y exactamente lo mismo les había dicho a los del grupo de Blas Acosta.
Con los nueve votos de Torres, los de Tenerife esperaban salvar la nominación por 26 votos a 15. Y con los votos de Torres, los de Fuerteventura esperaban colocar a Blas Acosta en el Senado también por 26 contra 15. Durante días, estuvieron haciendo cuentas con el listado de la Ejecutiva, un total de 46 personas más los siete secretarios generales, menos unos cuantos que no podrían asistir. En total, 41 votos para la reunión de la noche del martes en la que las dos partes estaban convencidas de poder sacar a su candidato. Hasta que habló Pedro Martín y dejó claro que el presidente Torres se había comprometido a apoyarles. A partir de ahí, las cosas se pusieron un poco crudas. Tan crudas que Torres tuvo que hablar con el alcalde de La Laguna, la plaza controlada por Pedro Ramos y Luis Yeray Gutiérrez que le hizo ganar la secretaría general, y que podría ser imprescindible para revalidarla. Se reunió con él la misma noche del lunes para volver a darle garantías de que los suyos apoyarían a Santiago Pérez y no a Blas Acosta. Torres intentó también convencerle de que si Pérez no lograba los votos necesarios, no sería por el fallo de los suyos, sino porque se podían producir fugas en Tenerife.
El martes por la mañana, en una entrevista en Radio Club Tenerife, el alcalde lagunero estuvo seguro y conciliador: “el candidato de Tenerife es Santiago Pérez, pero cualquier compañero que la Ejecutiva decida será adecuado”, dijo, en la certeza de tener amarrados los votos suficientes. En realidad era ya muy difícil saber quién los tenía, si es que los tenía alguien: Torres había intentado pocos días antes cumplir su compromiso con Tenerife, ofreciéndole a Blas Acosta una salida en forma de nombramiento como viceconsejero de Economía con Elena Máñez. Pero ni siquiera a él le gustaba su propia solución: y es que tras incorporarse al Gobierno, Blas Acosta se enfrentaría al inicio del juicio por el ‘caso Gesturpa’, en el que ha de hacer frente a una petición de cuatro años y tres meses de prisión y de inhabilitación para cargo público que le pide la Fiscalía, por administración desleal e insolvencia punible. Eso sería un problema para el Gobierno. Pensó entonces Torres en endilgarle el problema a Ferraz, donde envió algún recado explicando la situación y pidiendo a Santos Cerdán, secretario de coordinación territorial, que se hicieran cargo del marrón. Probablemente pensó que para Ferraz sería más fácil prescindir de Blas Acosta cuando las cosas se le pusieran feas… Y fue a partir de esa decisión cuando comenzó a currarse la ejecutiva barajando privadamente cual sería la mejor de las dos opciones.
Peros las cosas se precipitaron durante la mañana del martes, con los pasillos del Parlamento convertidos en territorio prefecto para los chismes y gracietas: chismes sobre la pelea en el PSOE a cuenta de la candidatura de Santiago Pérez, que si La Palma, El Hierro y La Gomera habían presentado candidatos alternativos. Que si los de Lanzarote estaban en pie de guerra y se habían quejado por haberse realizado la convocatoria sin dar tiempo para que la gente pudiera salir de la isla, en nivel 4, y presentarse en Tenerife a votar… Y gracietas a cuenta de la supuesta exigencia de Casimiro Curbelo para que el candidato a sustituir a Pedro Ramos fuera del tercio gomero, porque Ramos es –casualmente- también gomero. Y el rumor que fue cogiendo consistencia a lo largo de la mañana: que Blas Acosta había presentado una impugnación a la convocatoria extraordinaria de la ejecutiva regional, por realizarse sin cumplir el plazo reglamentario de 48 horas. Y era verdad que el PSOE de Tenerife, al forzar la convocatoria de una reunión presencial, no prestó demasiada importancia a cumplir con el reglamento. La convocatoria a la reunión, a celebrar a las ocho de la noche, fue cursada por la ejecutiva en correos remitidos a sus miembros a las 12,05 del lunes. La convocatoria era impugnable, pues.
En un ambiente de expectación y tensión entre bandos del PSOE canario, y de los dos bandos con Torres, a las dos y unos pocos minutos, se anunció -en un Parlamento con sus salas desiertas de diputados- la retirada del punto del orden del día del miércoles sobre la elección del Senador correspondiente al grupo parlamentario socialista. Unos minutos después, el PSOE emitía una escueta y confusa nota de prensa firmada por el secretario de Organización Jorge González, en la que se explicaba que la reunión de la ejecutiva “queda aplazada a una nueva fecha de la que se dará cuenta próximamente”, vinculando la suspensión de la reunión a la imposibilidad de varios miembros del partido a desplazarse de sus islas por las condiciones sanitarias. Se referían a los de Lanzarote, claro, pero el hecho es que ya estaban todos allí…
¿Qué había pasado realmente? Hay distintas versiones, y es posible que ninguna sea del todo cierta. Pero lo que es incuestionable es que Torres había optado por ganar tiempo, retrasando un inevitable conflicto entre los dos bandos del PSOE: el de la provincia oriental, capitaneado por Chano Franquis, Loli Corujo y Blas Acosta, que siempre le apoyó en su carrera; y el de los partidarios de Santiago Pérez, con Pedro Martín a la cabeza –un adversario tradicional de Torres en las luchas por el poder regional- pero al que se habían incorporado sus únicos aliados de siempre en Tenerife: los dueños de la agrupación lagunera, Pedro Ramos y el alcalde Luis Yeray.
Una papeleta difícil de resolver sin dejar heridos antes de un Congreso de reelección de Torres que ha de celebrarse después del verano. En fin: Santiago Pérez aún no termina de mudarse desde Avante al PSOE, y ya han empezado la división y los líos.