‘Caso Laycas’: la venganza de Javier Abreu

Quienes conocen a Abreu saben que supone la última vuelta de tuerca del ex mandamás del PSOE lagunero

Un tuit de Javier Abreu, subido a la red a primeras horas del pasado lunes, ha provocado un verdadero terremoto en la ciudad de La Laguna. Se trata tan solo de una fotografía en la que se ve una carpeta del Ayuntamiento de La Laguna y cinco documentos numerados, además de unos pendrive. Sobreimpreso sobre la imagen, dos palabras: ‘Caso Laycas’. Pero… ¿qué diablos es el ‘caso Laycas’? Quienes conocen a Abreu están convencidos de que lo que quiera que sea o represente el ‘caso Laycas’, supone la última vuelta de tuerca del ex mandamás del PSOE lagunero en su respuesta personal a quienes le implicaron en el ‘caso Reparos’. Las especulaciones sobre el nombre elegido por Abreu para referirse al supuesto caso son variadas: hay quien dice que ha elegido el nombre de una de sus mascotas.

Pero no hay constancia de que ninguna se llame así. También hay una interpretación más rebuscada sobre el nombre: ¿Podría ser traducido por ‘perras’? ¿Estará Abreu hablando de asuntos que tengan que ver con el dinero? ¿Se referirá a contratos del ayuntamiento? ¿Tendrán que ver con Santiago Pérez? Algunos recuerdan que durante años fue secretario general del PSOE lagunero, y administró los recursos del partido. Era un tiempo en el que algunos concejales cobraban sobresueldos: ¿Tendrá Abreu pruebas de cobros en ‘b’ por parte de alguno de los actuales concejales del municipio? ¿Estará amenazando o estará dispuesto a abrir la caja de los truenos?

Abreu es un personaje singular, un político que llegó a mandar mucho en el socialismo de Tenerife, y del que es mejor mantenerse alejado. Como adversario tiene su saber estar, pero como enemigo, es básicamente implacable. Cuando decide ir a muerte en algo, lo que pueda ocurrir –incluso lo que pueda ocurrirle a él- le da exactamente igual. Es como el escorpión del cuento del escorpión y la rana: le puede su carácter. Y su biografía lo demuestra: en 2015 se enfrentó en solitario a toda la dirección federal socialista cuando Sánchez ordenó el acuerdo con Coalición Canaria para que José Alberto Díaz se convirtiera en alcalde de La Laguna. Era un pacto del que Abreu no era partidario (quería ser alcalde él), y se equivocó completamente: renunció primero a seguir en el Comité Federal del PSOE, para terminar expulsado de su partido de forma bastante indecente, con la aquiescencia, cuando no la activa participación de sus antiguos compañeros. Abreu se vio entonces privado del apoyo de los suyos y después sistemáticamente perseguido.

Su pecado fue básicamente haber defendido un pacto de fuerzas de izquierda en la ciudad (el mismo que hoy gobierna), pero que entonces habría impedido cerrar el acuerdo entre los socialistas y Coalición Canaria para repartirse el poder en Canarias y colocar a Patricia Hernández en la vicepresidencia del gobierno de Fernando Clavijo. Es cierto que Abreu no actuó por convicción ideológica, sino por interés político personal: él había compartido con Clavijo el mandato 2011-2015 en el consistorio lagunero, y si se opuso a mantener ese acuerdo entre socialistas y nacionalistas cuatro años más fue porque creía que un pacto de izquierdas era el único que podía auparle a la alcaldía. Abreu vegetó durante los siguientes cuatro años de accidentado gobierno municipal del alcalde Díaz, un período al que los laguneros se refieren irónicamente como ‘el cochinato negro’, y cuando agotó su mandato como concejal, puso en marcha una plataforma municipal propia -Nivaria- que fracasó estrepitosamente.

Se retiró sin alharacas a los cuarteles de invierno y se dedicó a pasear sin bronca a sus dos perritas ‘mil leches’, malviviendo gracias a un escasísimo subsidio, sin ahorros, sin partido y sin futuro. Y en esas estaba, dedicado a sus labores, rehaciendo su vida fuera de la política, ajeno al partido al que había dedicado veinte años de su vida, cuando supo que Santiago Pérez había incorporado a la denuncia presentada contra Fernando Clavijo y otros dirigentes de Coalición, tres reparos levantados por él como alcalde accidental en 2014, implicándole directamente en la causa. Creo que Abreu nunca procesó que su amigo y mentor Santiago Pérez, el hombre que decía quererle como a un hijo, le incorporara en el catálogo de denunciados, conociendo perfectamente sus motivaciones para levantar los reparos.

Esa fue sin duda la puntilla que le revolvió. Esa y el baile de rumores, acusaciones y agresiones despiadadas que comenzó a sufrir cuando dijo que se defendería.

En su comparecencia ante el juez Pamparacuatro, Abreu volvió a comportarse como el político de raza, descarado y provocador, que conocen los laguneros: denunció en sede judicial los intentos realizados por acallarle y lograr que en su primer testimonio judicial ante el juez se portara bien. Relató la sucesión de llamadas telefónicas recibidas el día 4 de julio –cuando se esperaba que la vista fuera inmediata, luego se retrasó- por parte de periodistas amigos de Santiago Pérez, su abogada y él mismo, en dos ocasiones. En esas llamadas le habrían asegurado que no tenía nada que temer si se comportaba correctamente y que el objetivo de la denuncia de Santiago Pérez era Fernando Clavijo y no él.

Abreu se ofreció a entregar al juez el extracto de las llamadas recibidas aquel día en su domicilio –ya lo hizo- y si el juez se lo pedía, un pendrive con grabaciones de esas llamadas, que aseguró tener traspapelado pero en su casa.

Es obvio que el ex primer teniente de alcalde, secretario general durante años de la Agrupación socialista lagunera y pupilo aventajado de Pérez, traía su declaración ante el juez cuidadosamente preparada: se mostró siempre sincero, abierto y colaborador con la Justicia. Sin embargo, a la salida de su cita con el Juez, y a pesar de la expectación lograda por sus revelaciones, Abreu parecía un hombre triste, cansado y agotado psicológicamente: tras su intervención en el juzgado, las respuestas a los medios de comunicación no tuvieron ni el tono ni la forma de las mordaces diatribas del que fuera hombre fuerte socialista, más bien parecían las de un tipo derrotado y consciente de su fracaso.

Para añadir escarnio a esa derrota, el periodista Nacho Viciana, uno de los lugartenientes de Santiago Pérez en ‘Avante’, la última plataforma electoral montada por Pérez (Pérez ha cambiado de partido en los últimos años más que Toni Cantó), se burló de Abreu en un artículo en el que bromeaba sobre su condición homosexual, asegurando que si el pendrive con las conversaciones de Pérez apareciera finalmente, cuando el juez abriera sus archivos, lo que iba a encontrar serían imágenes de enormes penes… La historia es conocida y no hay que repetirla, porque no se trata de hacer más famoso a Nacho Viciana, ahora enchufado en Muvisa, la sociedad municipal de Viviendas y Servicios de La laguna. Ya tuvo don Nacho sus diez minutos de lloriqueo propagandístico en el último pleno municipal, uno de los más esperpénticos que se recuerden en la historia de Aguere.

La cosa es que entre la documentación fotografiada en el tuit de Abreu, bajo la denominación críptica de ‘caso Laycas’, aparecen varios pendrive. ¿Estarán en ellos las conversaciones grabadas por Abreu? ¿Existen realmente esas grabaciones? Esa pregunta –con sus respuestas a favor y en contra- se extendió desde el lunes como reguero de pólvora por los mentideros de ciudad de La Laguna, como la preocupación por lo que puedan contener los cinco documentos que asoman de la carpeta fotografiada. La otra pregunta tiene que ver sobre el destino del ‘caso Laycas’, si es que tal caso llega a materializarse. ¿Son documentos para entregar al juez Pamparacuatro? ¿Papeles para entregar a los medios de comunicación? ¿Expedientes sin conexión con Santiago Pérez destinados a la fiscalía o el Juzgado?

Abreu se mantiene absolutamente hermético: la mayoría de los medios de comunicación de Tenerife se han puesto en contacto con él para preguntarle, pero se mantiene callado, algo poco frecuente en alguien tan desparpajado como él suele ser. Supongo que en los próximos días se sabrá si esto del ‘caso Laycas’ es una coña marinera de Abreu, uno de sus ‘golpes de efecto’ de otros tiempos, o la cosa va realmente en serio. De momento, quienes conocen bien a Javier Abreu dicen que en los últimos días pasea por La Laguna más animado y dicharachero. Aunque sólo sea por eso, yo estoy (casi) seguro de que el ‘caso Laycas’ va a dar bastante que hablar.